domingo, 11 de noviembre de 2018

PAN DE MUERTO. Relato corto

El aula 105 era una clase de secundaria, de forma cuadrada, los pupitres se distribuían en grupos de dos, era luminosa y daba a la avenida principal de la ciudad, sus dos ventanales estaban cubiertos con vetustas cortinas que tamizaban los tenues rayos de sol de las ocho de la mañana.

Todo estaba en orden, los alumnos iban entrando y se situaban en los asientos donde su tutora les había indicado, aunque algunos protestaban porque con frecuencia los cambiaba de sitio. Del bar subía un agradable olor a café y la sirena anunciaba el comienzo de la clase. Les gustaba cuando tenían la asignatura de plástica, recortaban figuras, dibujaban líneas y puntos multicolores, se embardunaban los dedos y daban forma a pequeñas figuras de arcilla.

El dia se presentaba un tanto diferente, era 29 de octubre, la profesora les había propuesto decorar el panel de la pared con motivos de Halloween, para ello, propuso formar grupos y distribuyó cartulinas y lapiceros, también hablarían de como celebraban en sus paises esta afamada fiesta, ya que había alumnos de varias nacionalidades y así compartirían entre todos, otros puntos de vista acerca del dia de difuntos. Mamen, era una docente experimentada, había pasado por varios centros de la geografia y tratado con niños de diferentes características y niveles sociales, era cariñosa y atenta, buscaba siempre crear un clima de respeto y afectividad que diera lugar a aflorar lo mejor de cada uno.

El grupo estaba formado por veintitrés niños y niñas con edades entre doce y trece años, de perfiles diferentes, llevaban juntos desde la primaria, desde el inicio de curso Mamen detecto algunos problemas de convivencia entre ellos, Alberto discutía con frecuencia con Anthony, que no podía controlar la impulsividad, sus padres habían llegado como cientos de emigrantes a España y habían tenido que convivir en pisos compartidos y hacinados, lo que provocaba una cierta inseguridad, pero aun así había salido elegido como delegado de clase, lo que comportaba una cierta rivalidad con su compañero de aula. La tutora atajó el problema estableciendo un pacto de mediación, donde la empatía jugaba un papel primordial, acabaron estrechando sus manos y con una fuerte ovación de la clase.

Cuando llegó la hora de exponer los trabajos en grupo, Daniela, de cabello ensortijado y alegría infinita, se alzó como portavoz y quiso compartir con sus compañeros sus vivencias, su madre había nacido en México, pero llevaba varios años sin poder ver a su gente, reveló que todos los años el Dia de los muertos improvisa un pequeño altar, donde no faltan las velas, el pan de muerto, las fotos de los difuntos y las calaveras endulzadas de azúcar. En esta cultura popular mientras se recuerdan a los muertos, es como si permanecieran entre nosotros. Daniela narraba a sus compañeros que la escuchaban absortos y sin pestañear, que el dia treinta y uno  de octubre bajan los niños y el uno de noviembre los mayores.

Al fondo de la clase, en la tercera fila en uno de los pupitres estaba sentado Abel, su madre era francesa, se había casado en segundas nupcias con un español, tenía un porte elegante y era traductora. Abel estaba somnoliento, tenía problemas para conciliar el sueño, su tez era pálida y sus ojos azules transmitían una tristeza infinita, sus ausencias al instituto eran frecuentes, su padre estaba gravemente enfermo y eso superaba su tierna adolescencia, creándole crisis de ansiedad. Por ello, al escuchar a Daniela, se mostró incomodo y enojado, no alcanzaba a comprender como podía hablar con tal desparpajo de una celebración, donde la muerte era la protagonista. Por otro lado, en la primera fila a la derecha estaba Xia (su nombre significa “puerta del sol”), fue adoptada por sus padres en China, había vivido hasta los diez años en Londres, donde tuvieron que trasladarse con su hermano, para tratarle una dolencia neurológica. Había tenido que lidiar con la muerte de su madre hacía dos años y ahora tenía que enfrentar de nuevo la adversidad con la enfermedad de su padre, al que estaba muy unida. Su aspecto era dulce, algo desgarbado, siempre disciplinada, tímida y nos regalaba todos los días con una amplia sonrisa, escuchaba atenta el relato de su compañera.

Mamen la profesora, observó la expresión de Abel y se apresuró a aclarar el significado del relato, aprovechando palabras del escritor Octavio Paz: “El culto a la muerte es el culto a la vida”. Siempre que recordemos a los nuestros, estarán entre nosotros y es el pequeño homenaje que les rendimos. La fiesta de Halloween es de origen pagano, celebrándose la víspera del Dia de Todos los Santos. 

Mamen les aclaró que las tradiciones perduran en el tiempo y que la vida y la muerte conviven, que tan solo la aceptación de ambas nos llevan al equilibrio. Como el bello nombre de Xia, es la puerta de sol que lleva a la esperanza.

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